domingo, 6 de enero de 2008

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Por el Ing. Eladio Jara Jiménez
para
AMIGOS POR UN MUNDO MEJOR

El 18 de Setiembre de 1905 en Södermalm, uno de los barrios más antiguos de Estocolmo, el hogar de Karl Gustafsson y Ana Lovisa Karlsson fue engalanado con el nacimiento de una criatura a la que bautizaron con el nombre de Greta Lovisa. Era la tercera de la familia; antes habían nacido Sven y Alva.


En aquellos tiempos no era fácil el sustento diario, por lo que Papá y Mamá se veían obligados a trabajar duramente hasta de noche para el sostenimiento del hogar. Karl hacía lo posible por ahorrar dinero para comprar zapatos a sus hijos; pero un día, agobiado por tanta pobreza, se quedó en una taberna a la salida del trabajo y aquello le siguió gustando.
Karl Gustafsson
Mientras tanto, Greta Lovisa crecía en medio de las peleas que protagonizaban sus padres y cuando cumplió los 14 años, decidió trabajar en una tienda para ayudar con los gastos de la casa. Al mismo tiempo se incrementaba en ella una gran afición por el teatro y tenía lleno de fotos de artistas.

Conforme fue creciendo, su figura mejoraba y aunque nunca llegó a ser una mujer guapa, su rostro si se fue configurando como algo especial: su mirada, su pelo, sus pómulos cuadrados la hacían aparecer de una misteriosa y fotogénica belleza.

Estudió Arte Dramático y pronto comenzó a filmar cortometrajes de publicidad.

En la Escuela de Artes Dramáticas conoció a Franz Enwall, quien le ayudó mucho en sus estudios y ya para 1922, fue escogida para un papel secundario en la película Pedro el Tramposo, con la cual se dio a conocer en los medios cinematográficos.

Sin embargo, el momento clave que marcaría el éxito de su carrera fue cuando se encontró con el director Mauritz Stiller, que puso todo su empeño en educarla como actriz, para ofrecerle luego su primer papel estelar en La Leyenda de Gosta Berling, estrenada en 1924 en Estocolmo. Para entonces Stiller había decidido que su nueva estrella se llamara GRETA GARBO, días después, entre aquel apuesto caballero y el bello rostro que adornaba las pantallas de Europa, se estableció lo que para Greta sería su primer encuentro sentimental.


Juntos partieron a Alemania y allí, el productor G.W. Pabst, los contrató para filmar La Calle sin Alegría, que se estrenó en Berlín en 1925. La película fue criticada por su realismo; pero aún así, la presencia de Greta fue muy elogiada por los comentaristas.


La fama cruzó el Atlántico y muy pronto los estudios de Hollywood se interesaron por contratar a la ya sobresaliente y llamativa belleza cinematográfica nacida en Suecia.

En Junio de 1925, Stiller y Greta cruzaron el Atlántico; la Metro Goldwyn Mayer los esperaba y las candilejas comenzaron a iluminar aquel rostro que pronto se iba a convertir en un mito.
De camino Greta conoció a Charles Chaplin en una fiesta y ella le propuso que improvisaran juntos una parodia de la última escena de La Dama de las Camelias. Los invitados se rieron a más no poder y al final le dijo a la Garbo: “Eres muy alta para mí; lo que yo necesito es una actriz bajita, con un 10% de tu talento.

Su carrera cinematográfica en Hollywood empezó con dos películas que fueron bien recibidas por la crítica: El Torrente, con Ricardo Cortés y La Tierra de Todos, con Antonia Moreno, ambas filmadas en 1926.

El Demonio y la Carne fue la tercera y la primera que unió a Greta y a John Gilbert, del cual se enamoró causando gran pesar a su descubridor y primer amante Mauritz Stiller.

Luego siguieron: Amor, La Mujer Divina, Una Mujer Ligera, Orquídeas Salvajes y El Beso, como su última película muda, que interpretó junto a Lew Ayres.
El cine parlante invadió los mercados y se convirtió en un gran problema para los actores que no tenías buena voz. Greta afrontó la prueba de fuego y salió airosa con una obra de Eugene O´Neill titulada Anna Christie. En cambio, su compañero y amante John Gilbert, de mal actor, resultó con una voz fatal y su descenso de las candilejas se produjo aceleradamente. La carrera de Greta continuó con inspiración, a la par de Lewis Stone; luego vino Susan Lenox, con Clark Gable, película que resultó bastante mediocre, desperdiciándose el talento de la pareja.

La METRO elegía a los galanes de mayor prestigio para emparejarlos con Greta en las siguientes películas: Mata Hari con Ramón Novarro, Gran Hotel con John Barrymore, La Reina Cristina con John Gilbert, El Velo Pintado con George Brent, Anna Karenina con Fredric March, La Dama de las Camelias con Robert Taylor, María Waleska con Charles Boyer, Ninotchka con Melvin Douglas.
La última, que se llamó Una Mujer de Dos Caras, resultó un fracaso. Esto desilusionó mucho a Greta y entonces no volvió a aparecer por los estudios, a pesar de los ruegos de los productores. Tampoco volvió a aceptar entrevistas ni se dejó retratar, no obstante que todavía era una mujer joven y bonita; tendría entonces unos treinta y seis años. Prácticamente se encerró en una misantropía que solo los amigos muy cercanos lograban vencer.
Así fueron sus últimos años, alejada de las candilejas desde 1941 hasta 1990, que fue el año en que murió en un estado de soledad bastante triste; nunca tuvo hijos y los dos hombres que amó murieron jóvenes: Stiller en 1928 y Gilbert en 1936.
En Costa Rica estuvo alguna vez, en un barco que ancló en Puntarenas. Dicen que salió de incógnito a dar una vuelta por la ciudad y cuando se sintió descubierta, salió corriendo y se metió al barco.

Nunca dejó que los curiosos ni las cámaras indiscretas se le acercaran; se aisló y no aceptó jamás que la senectud la doblegara.

Por eso nuestro Título: Greta Garbo fue una estrella que se negó a envejecer en sus largos 85 años de vida. Pero, ¡Que rostro tan lindo!

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